El Cojo y el Ciego (cuento breve)
En un bosque cerca de la ciudad donde vivían dos vagabundos. Uno era el ciego y el otro cojo; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego podía escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver hacia donde todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo – el fuego era demasiado rápido y salvaje; así pues, lo único que podía ver con seguridad era que se acercaba el momento de la muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno del otro. El cojo tuvo una repentina claridad “el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver”. Olvidaron toda su competitividad.
En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte, necesariamente se olvidaron de toda estúpida enemistad, crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionaron como un solo hombre, el cojo puede ver, y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y por salvarse naturalmente la vida, se hicieron amigos; dejaron su antagonismo.
Antes de asumir su mandato, Alberto Fernández expresaba la necesidad de cerrar toda simbología de la grieta, no entendiendo otra forma de gobernar que la armonía, el respeto y entendimiento con todos los sectores políticos del país. Pero sucede que hace más de un año y medio viene hablando en cada oportunidad en que tiene un micrófono a mano, de la incapacidad, de los vicios y la mala intención de las fuerzas opositoras, adjudicándoles todos los problemas que sufre el país. Muchos que todavía soñamos con una Nación con plena vigencia de la democracia, la justica, el orden y la prosperidad, seguimos esperando que nos presente un proyecto de país, nos explique también las ventajas de apoyar y asociarnos a países autócratas, alejados de los principios republicanos que supieron distinguirnos, llevándonos a terrenos fangosos que justamente no son el mejor ejemplo de respeto, progreso y libertad de los individuos.
Por su parte la oposición, carente de liderazgos y enfrascado en posturas y posicionamientos individuales, lejos de cumplir con el rol de contralor que le compete, mira distraída las acciones equivocas de un gobierno que sometido a ideologías fracasadas, una y otra vez, comete errores en los aspectos sanitarios y económicos, cuales redundara, finalmente en perjuicios inconmensurables. Hoy la única preocupación de la dirigencia políticas son las próximas elecciones. Proyectos superadores, consenso, diálogo constructivo, trabajo mancomunado, para salir de la inercia y el retroceso, tomando el ejemplo de modelos exitoso, de eso NADA.
Nuestros políticos deberían tener a mano el “Cuento del Cojo y el Ciego”, olvidar la confrontación, en un país que cae como por un tobogán, asumir su responsabilidad, abandonar las miserias y las ambiciones personales y elevarnos como República.
A.K.
