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LA MUJER ARMENIA

3/2/2020

A través de todo el historial, la mujer armenia ha sido la columna vertebral de su origen, para mencionar algunos de sus atributos podemos hablar del carácter y la decisión inquebrantable, la priorización de la familia y su hogar antes que las necesidades propias, la lealtad, como así la firmeza de sus principios y valores.

 

Desde siempre he visto en la mujer armenia a un ser superior, inmaculado e infatigable. Claro que tengo motivos más que suficientes en la formación de esta creencia. Mi abuela paterna Yeranuhi, al llevar los turcos a los hombres de la casa –su marido y los dos hijos varones- a las montañas con oscuros propósitos, durante la Segunda Guerra Mundial, quedó sola a cargo de las tres hijas mujeres adolescentes y el mantenimiento del hogar. No le tembló el pulso, organizó con sus chicas un taller de costura, saliendo adelante en la humildad, pero sin pasar humillaciones y sosteniendo alta la moral.

 

Mi madre, Arpine, dejó atrás familiares y amistades, confort y una vida sin apremios en un sitio geográficamente privilegiado, por decisión compartida con mi padre de abandonar para siempre la tierra de sus enemigos, llegando a una Argentina sin tener ni siquiera conocidos o amigos, sufriendo años de soledad y dificultades de toda clase, aún así, nunca escuché una queja, por el contrario valorando la libertad como pocos.

 

Mi suegra, Nevrik, sobreviviente del  Genocidio, tras haber enviudado muy joven con dos hijas, después de sucedido el Pogromo de Estambul contra los armenios y los griegos, los días 6 y 7 de septiembre de 1955, habiendo casualmente evitado ser invadido por los vándalos en su hogar, pero no así salvar el negocio familiar, sin dudarlo deja Turquía, abandonando afectos y bienes.

 

Mi esposa, Hilda, desde el primer día fue el sostén de mis proyectos, las carencias económicas de los primeros años no fueron obstáculo, juntos construimos una vida empresaria exitosa, el hogar y la familia fueron el centro de nuestras vidas, la actividad laboral la pasión compartida. Jamás obvió responsabilidad alguna, allí estaba donde hacía falta. Mi único reproche fue su estilo de ubicarse en segundo lugar, dando reiteradamente prioridad a las necesidades de otros.

 

En los reiterados recorridos por el interior de Armenia, he visto con curiosidad infinidad de cabecitas trabajar en los sembrados al atardecer, más de una vez me acerqué a ellas, grande sería la sorpresa al comprobar que se trataba de mujeres de todas las edades, rostros curtidos por fríos y calores, manos callosas, testimonio fiel de jornadas de trabajo duro, ojos cansados, pero miradas de esperanza, observando la inmensidad de esa tierra soñada, hoy al fin propia y soberana. Naturalmente conversé con ellas, quería saber, interiorizarme de sus vidas. El sinceramiento reiterado: maridos emigrados a Rusia en busca de oportunidades laborales, hijos enrolados en el ejército, ellas a cargo de sostener el hogar, ilusionadas en días mejores, fortalecidas en la dificultad, intactas en su fe, MUJER ARMENIA.

 

En una de las visitas a Nagorno Karabaj – República de Artsaj , caminando con amigos por la calle principal de su ciudad capital Stepanakert, nos llamó la atención un grupo de chicas jóvenes, muy bonitas ellas, con las características propias de su ascendencia, elegantemente vestidas e impecables calzados de tacos altos, en franca contradicción con un terreno a todas luces hostil y en permanente peligro de amenazas. Con las debidas disculpas del caso y tras haberme presentado, les pregunté cómo era posible que pudieran mantener semejante estilo, dada la situación geopolítica del lugar. Con toda simpatía y poniendo a prueba su inalterable femineidad, las chicas respondieron: -Querido Hermano, a pesar de todo seguimos siendo mujeres de esta época. Por supuesto nos gusta estar bien, haciendo honor a nuestro origen y ser ejemplo para el ánimo de nuestra gente, pero también debo decirte que obligadamente somos duales y preparadas para cualquier circunstancia- Y con una amplia sonrisa abrieron sus carteras imitación Christian Dior y Louis Vuitton. El brillo de las pistolas Beretta 635 en su interior, seguramente debe de haber producido alguna alteración en mi rostro y dificultades en el habla, por lo tanto continuaron: -Calma hermanito, imagínate un ataque enemigo, nuestros padres, esposos, hermanos irán a luchar a la frontera, si algún rival se atreve a aparecer por aquí no le va a resultar gratuito ¿No crees? -MUJER ARMENIA, veneración, respeto y admiración a tu persona.

A. K.