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NEGAR LA VERDAD Y LOS COMPROMISOS

8/21/2020

-Centenario de Tratado de Sévres-

 

Los sucesivos gobiernos turcos desde su instauración “democrática” en 1923, tras la caída del Imperio Otomano, hicieron de la mentira y el negacionismo la constante para desentenderse de los hechos realizados por sus antecesores, desconociendo crímenes y compromisos contraídos, en el más absurdo imaginario que éstos no fueran su raza, su origen y su credo. Mas bajo este impuesto manto de olvido a través del tiempo, han conservado el linaje salvaje y el desprecio a la justicia y a los derechos esenciales del ser humano hasta nuestros días. El ensañamiento sin pudor ni disimulo contra la raza armenia en todas las versiones imaginables, es visto y conocido por los países del universo. Mientras los armenios tratamos por todos los medios de avanzar hacia una República modelo en todo sentido, pretendiendo hacer de nuestra tierra un espacio de paz, trabajo, creatividad y progreso, tenemos dos fronteras (Turquía y Azerbaijan) cuales su única capacidad de exhibición son armas y amenazas permanentes. Tampoco esto lo ignora el mundo.     

 

El 10 de agosto de 1920 en el salón de un imponente palacio en Sévres- suburbio ubicado al sur de París, se firmaba el Tratado de Sévres entre Turquía, la República de Armenia y las Potencias Aliadas vencedoras de la Primera Guerra Mundial. El valioso tratado internacional sentó las bases para las soluciones pendientes en la región y de la Cuestión Armenia en particular.

 

En cuanto al documento propiamente dicho, el mismo se refiere en su extenso articulado al trazado de límites, cesión de Siria e Irak, devolución de Esmirna a Grecia, independencia de la flamante República de Armenia y delimitación de sus fronteras, creación del Kurdistán, apertura de los estrechos, protección de las minorías, sanciones a criminales y crímenes de lesa humanidad y estipulaciones de carácter económico. En lo referente a Armenia, se reconoce la soberanía de la nueva República por medio del artículo 88, en virtud del cual se establece que: “Turquía reconoce a Armenia como estado libre e independiente tal como lo han reconocido con anterioridad las potencias aliadas”. Por su parte el artículo 89 establece: “Turquía y Armenia, así como las demás partes contratantes acuerdan someter al arbitraje del presidente de los Estados Unidos de América, la determinación de las fronteras entre Turquía y Armenia, en las provincias de Erzerum, Trabizonda, Van y Bitlís y aceptar su decisión así como las demás condiciones que por él pueden ser establecidas respecto al acceso de Armenia al mar y referentes a la desmilitarización del territorio otomano adyacente a la mencionada frontera”. En ese sentido y, en base al mentado artículo, el presidente estadounidense Woodrow Wilson, el árbitro, emitió su laudo arbitral el 22 de noviembre de 1920, que incluía la determinación de la frontera entre Armenia y Turquía, y por el cual otorgó a Armenia 103.599 kilómetros cuadrados de tierra de las regiones nombradas incluida la salida al Mar Negro.

 

Este tratado dejó al Imperio Otomano sin la mayor parte de sus posesiones, limitándolo a Estambul y parte de Asia Menor. Los distritos nombrados pasaron a Armenia (la República de Armenia se independizó de Rusia en 1918) para formar la Gran Armenia. Contra este tratado aceptado por el sultán y el gobierno otomano, representado por Riza Tavfik, el gran visir Damat Ferid Pasha, el embajador Hadi Pasha y el ministro de educación Resid Halis, firmantes del acuerdo representando al Imperio Otomano, se levantaron los nacionalistas con Mustafá Kemal Atatürk al frente, que tomaron el poder y combatieron victoriosamente contra griegos y armenios, logrando retener toda Anatolia y parte de Tracia Oriental y poniendo fin a las zonas de influencia francesa e italiana, tras lo cual se firmó en 1923 el Tratado de Lausana, que anuló el tratado de Sévres. El Tratado de Lausana no fue ni es vinculante para la entidad armenia porque no fue parte, a diferencia de la existencia continua de la delegación armenia que firmó el Tratado de Sévres. Mucho más aún, el alcance, objetivos y contexto de los dos tratados eran muy diferentes: el Tratado de Sévres tuvo el propósito de poner fin a esa parte de la Primera Guerra Mundial que involucraba a Turquía y de establecer la paz, mientras en el Tratado de Lausana abordaba únicamente el conflicto griego-turco.

 

En opinión de Lucas Koussikian, Lic. En Relaciones Internacionales, de acuerdo a los principios rectores del Derecho Internacional Sévres es un “tratado imperfecto”, debido a que no ha sido ratificado por los estados signatarios, pero fue y aún es un documento jurídico válido, un contrato vinculante entre las partes que reflejaron las posiciones de las partes y creó las obligaciones estipuladas al margen de su ratificación. Asimismo, es importante destacar que si bien el artículo 4 de la Convención de Viena estipula que la misma no es retroactiva, las normas de la Convención que reflejan el derecho internacional consuetudinario sí se aplican a los tratados pactados antes de la entrada en vigencia de la Convención. De manera que una vez más se reafirma que Sévres resulta ser un instrumento legítimo que estableció las bases legales para la reparación jurídica del Genocidio Armenio y al mismo tiempo fijó las posiciones y obligaciones de los firmantes.

 

AK